translated by Edith Grossman
It is a July night
scented with gardenias.
The moon and stars shine
hiding the essence of the night.
As darkness fell
—with its deepening onyx shadows
and the golden brilliance of the stars—
my mother put the garden, her house, the kitchen, in order.
Now, as she sleeps,
I walk in her garden
immersed in the solitude of the moment.
I have forgotten the names
of many trees and flowers
and there used to be more pines
where orange trees flower now.
Tonight I think of all the skies
I have pondered and once loved.
Tonight the shadows around
the house are kind.
The sky is a camera obscura
projecting blurred images.
In my mother’s house
the twinkling stars
pierce me with nostalgia,
and each thread in the net that surrounds this world
is a wound that will not heal.
El cielo encima de la casa de mi madre
Es una noche de julio
perfumada de gardenias.
La luna y las estrellas brillan
sin revelar la esencia de la noche.
A través del anochecer
—con sus gradaciones cada vez más intensas de ónix,
y el resplandor dorado de los astros, de las sombras—
mi madre ha ido ordenando su casa, el jardín, la cocina.
Ahora, mientras ella duerme,
yo camino en su jardín,
inmerso en la soledad de esta hora.
Se me escapan los nombres
de muchos árboles y flores,
y había más pinos antes
donde los naranjos florecen ahora.
Esta noche pienso en todos los cielos
que he contemplado y que alguna vez amé.
Esta noche las sombras
alrededor de la casa son benignas.
El cielo es una cámara oscura
que proyecta imágenes borrosas.
En la casa de mi madre
los destellos de los astros
me perforan con nostalgia,
y cada hilo de la red que circunvala este universo
es una herida que no sana.
From My Night with / Mi noche con Federíco García Lorca by Jaime Manrique. Reprinted by permission of the University of Wisconsin Press. © 2003 by the Board of Regents of the University of Wisconsin System. All rights reserved.
What remains of my childhood
are the fragmentary visions
of large patios
extending
like an oceanic green mist over the afternoon.
Then, crickets would forge in the wind
their deep music of centuries
and the purple fragrances of Grandmother
always would receive without questions
our return home.
The hammock shivering in the breeze
like the trembling voice of light at dusk,
the unforeseeable future
that would never exist without Mother,
the Tall tales that filled
with their most engaging lunar weight our days
—all those unchangeable things—
were the morning constellations
that we would recognize daily without sadness.
In the tropical days we had no intuition of the winter
nor of autumn, that often returns with pain
in the shadows of this new territory
—like the cold moving through our shivering hands—
that I have learned to accept
in the same way you welcome
the uncertainty of a false and cordial smile.
Those were the days of the solstice
when the wind pushed the smoke from the clay ovens
through the zinc kitchens
and the ancient stone stoves
clearly spoke
of the secrets of our barefooted and wise Indian ancestors.
The beautiful, unformed rocks in our hands
that served as detailed toys
seemed to give us the illusion
of fantastic events
that invaded our joyful chants
with infinite color.
It was a life without seasonal pains,
a life without unredeemable time
a life without the somber dark shadows
that have intently translated my life
that slowly move today through my soul.
Todos volvemos al lugar donde nacimos
De mi infancia solo quedan
las visiones fragmentarias
de los patios tendidos
como un naval terciopelo sobre la tarde.
Entonces, los grillos cuajaban sobre el aire
su profunda música de siglos
y las fragancias empurpuradas de la abuela
meciéndose en la noche
siempre recibían sin preguntas nuestra vuelta al hogar.
La hamaca temblando con la brisa,
como la voz trémula del sol en el ocaso;
el futuro imprevisible
que jamás existiría sin la madre;
las leyendas
cargadas de su peso lunar más devorador;
—todas esas cosas inalterables—
eran las constelaciones diurnas que reconocíamos sin tristeza.
Entonces no se intuía el invierno,
ni el otoño que retoña con dolor
entre las sombras de este territorio
—como el frío entre las manos doblegadas—
que hoy he aprendido
a soportar
de la misma forma en que se acepta
la incertidumbre de una falsa sonrisa.
Eran los días en que el solsticio
acarreaba humaredas polvorientas
por las ventanas de las cocinas de zinc
donde el fogón de barro milenario
decía oscuramente
el secreto de nuestros ancestros sabios y descalzos.
Las rocas deformes en nuestras manos
parecían darnos
la ilusión de eventos fabulosos
que invadían nuestras gargantas de aromas desmedidos.
Era una vida sin dolores estacionales
Vida sin tiempos irredimibles:
Vida sin las puras formas sombrías
que se resbalan hoy lentamente por mi pecho.
From Central America in My Heart / Centroamérica en el corazón. Copyright © 2007, Bilingual Press / Editorial Bilingüe, Arizona State University.