Perfect disc of moon, huge
and simmering
low on the capital’s filthy horizon—¡Ay,
qué luna más hermosa! she says
pushing the stroller slowly down Atocha.
And gorgeous too the firm-thighed
boys from Lisbon
a block away, who work
Kilometer Zero’s sidewalk, the neon
shoestore they lean against
cupping the flames
of passing strangers.
The sky above Puerta del Sol turns
a darker shade of blue. Who says
it doesn’t become night’s
one eye
as it scales the heavens, paling
and shrinking before it moves
across a late June sky? And below,
men persist and circle
the plaza, twin fountains brimming
over their brilliant waters. Hours
from now with the heat
waning, the same moon will spot
the figure of him
making past Neptune, the Ritz
the orange jumpsuits
hopping off trucks to sweep
and spray, hosing
down those electric streets.
Luna urbana
Disco perfecto de luna, enorme
y a fuego lento, rozando
el horizonte sucio de la capital—¡Ay,
qué luna más hermosa! dice ella
empujando el cochecito de niño por Atocha.
Y espléndidos también los muslos
de los muchachos de Lisboa
a una manzana, que trabajan
en la acera del Kilómetro Cero,
la zapatería de neón donde se apoyan,
escudando con la mano el fuego
de extraños que pasean por allí.
El cielo sobre la Puerta del Sol toma
otro tono de azul. ¿Quién dice
que no se convierte en el único
ojo de la noche
al escalar: palideciendo
y menguando antes de cruzar
el cielo de finales de junio? Y abajo,
hombres persisten, dando vueltas
por la plaza, las fuentes gemelas rebosantes
de aguas luminosas. De aquí
a unas horas con el calor
desvaneciéndose, la misma luna verá
su figura
pasando Neptuno, el Ritz,
los monos de color naranja
que saltan de los camiones a barrer
y pulverizar, regando
esas calles eléctricas.
From Puerta del Sol. Copyright © 2005, Bilingual Press / Editorial Bilingüe, Arizona State University.
translated by Ana Valverde Osan
There is always adolescence and nothing else at dusk.
When the soft bend in the evening
insinuates its desolate curve,
something within us also bends over.
We have very few things then,
no possession accompanies us,
no possession offends us either.
There is a slow disaster in these hours
that seem the only ones in the day,
those which leave us in the old limits,
those that cannot give us anything,
those of which we do not ask anything.
There is a tender and decomposing disaster
in the final hours of this day
that has gone by like the others,
and, just like them, it has reached
the burning beauty
of that which gazes upon nothingness.
Leaning over my windowsill
I see how a section of time slides by;
evening has softly embalmed
the street’s noisy happenings,
the sky is shrinking little by little
and a burst of patience
wraps the world in soft, ashy hugs.
While the night opens up on the corners,
the moon sets in strange flowers.
Penélope desteje
Siempre hay adolescencia y nada en el atardecer.
Cuando el suave recodo de la tarde
insinúa su curva desolada,
algo también en nosotros se inclina.
Muy pocas cosas tenemos entonces,
ninguna posesión nos acompaña,
ninguna posesión nos ultraja tampoco.
Hay un lento desastre en estas horas
que parecen las únicas del día,
las que nos dejan en el viejo límite,
las que no pueden entregarnos nada,
a las que no pedimos nada.
Hay un desastre tierno y descompuesto
en las últimas horas de este día
que ha pasado lo mismo que los otros,
e igual que ellos ha alcanzado
esa hermosura ardiente
de todo cuanto se asoma hacia la nada.
Inclinada sobre el hueco de mi ventana
veo cómo resbala todo un tiempo;
la tarde ha embalsamado suavemente
el bullicioso suceder de la calle,
se va agotando el cielo poco a poco
y un estallido de paciencia
envuelve al mundo en suaves abrazos de ceniza.
Mientras la noche se abre en las esquinas,
cuaja la luna unas flores extrañas.
Francisca Aguirre, “Penelope Unravels / Penélope desteje” from Ithaca. Copyright © 1972 by Francisca Aguirre. Translation copyright © 2004 by Ana Valverde Osan. Used by permission of The Permissions Company, Inc., on behalf of BOA Editions, Ltd., www.boaeditions.org.
This for the timbaleros, percussionists, tin-tun-teros,
those who tap with spoons on their stoves
with pencils on their desks
with nails and knuckles on tables, beds, their own heads
with fists against walls
and fingers on the spines and curves of their lovers, dancers.
This for the congueros, drummers, bongoseros,
those who never rest
with their staccato heels always hammering the skin of the floor
stomping in their dreams filled with maracas, güiros and claves,
these dancers with steps so smooth
and hips that move like their high hats and snares.
This for the timbaleros, percussionists, tin-tun-teros.
They are bad asses with their cymbal storms
their games of sticks that fly like wings. How scampish
their tricks that won’t let us work or sleep
only dance and sing, sing and dance
and sometimes move the earth a little.
Poema para los tin-tun-teros
Este para los timbaleros, los bateristas, los tin-tun-teros,
los que tocan con cucharas en sus estufas
con lápices en sus escritorios
con uñas y nudillos en mesas, muebles, sus propias cabezas
con puños contra paredes
y dedos en las espinas y curvas de sus amantes, danzantes.
Esta para los congueros, los tamboristas, los bongoseros,
los que nunca descansan
con sus tacones siempre golpeando la piel de piso,
zapateando en sus sueños llenos de maracas, güiros y claves,
estos bailadores con pasos tan suaves
y caderas que se mueven como sus high hats y tarolas.
Este para los timbaleros, los bateristas, los tin-tun-teros.
Son chingones con sus tormentas de platillos,
sus juegos de palillos que vuelan como alas. Qué malas
sus trampas que no nos permiten trabajar ni dormir,
solamente bailar y cantar, cantar y bailar,
y a veces mover la tierra un poquito.
From Boomerang. Copyright © 2009, Bilingual Press / Editorial Bilingüe, Arizona State University.
translated from the Spanish by Edith Grossman
I’ve spent a whole afternoon looking at photographs.
I’ve accumulated so many in my life—
but there are two in particular that interest me.
Both are sepia by now, I don’t know where
they were taken, and I’m not in either of them.
The first is a classic composition
of nine people. My mother’s family.
My grandparents, two uncles, four aunts,
and a woman I don’t know or have forgotten.
The women sit on the ground,
the men stand behind them
except for my Aunt Aura, who holds onto
my grandfather with one hand and with the other
caresses my uncle’s shoulder.
Even in this photo of her when she was young—caramel skin,
dark eyes, dark hair, even more beautiful through the sepia,
and wearing a two-piece bathing suit:
the same as a bikini in the 1940s—
one could guess at her boldness.
They’re all in bathing suits and most
try their best smiles.
I don’t know who took this picture,
and studying their faces, I try to see
what they were thinking, what they hoped for from their lives.
My grandmother, despite her twelve children
(or perhaps because of them), smiles
from right to left, like a giant sunflower.
My grandfather seems to contemplate the infinite, as handsome
as a gray ox; and my Aunt Emilia in her braids
seems to sense the sadness of life.
I’m sure I wasn’t born yet.
But even if I were already an adult,
could I have helped them with what I know now
about their lives? Could I have predicted their successes,
their failures—could I have prophesied their deaths?
Their slender, healthy bodies.
the men with the look of swordsmen—
I feel nostalgia when I look at this photograph.
So much energy in their stance!
When did they stop boxing with life?
In which round did they concede defeat?
When did the sound of the bell make them sense the immutable?
There’s no way to take them out of the snapshot,
to know what they were thinking just then.
This is my past, these are my roots,
but as I look at it again on this rainy afternoon,
why can’t I arrange everything into a coherent scene?
Imágenes
He estado toda una tarde estudiando las fotos.
He acumulado tantas en mi vida—
pero hay dos particularmente que me interesan.
Ambas son ahora color sepia, y no sé dónde
fueron tomadas y yo no estoy en ninguna de ellas.
La primera foto es una composición clásica
de nueve personas. Esta es la familia de mi madre.
Mis abuelos, dos tíos, cuatro tías
y una mujer que desconozco o he olvidado.
Las mujeres están sentadas en el suelo,
los hombres de pies detrás de ellas
excepto por mi tía Aura, quien con una mano
agarra a mi abuelo y con la otra
acaricia el hombro de mi tío.
Ya en esta foto de juventud—piel color caramelo,
ojos y cabellos oscuros, más hermosos sobre el sepia—
(vestida con traje de baño de dos piezas:
el equivalente de un bikini en los años cuarenta)
uno podría deducir su naturaleza intrépida.
Todos están en trajes de baño y la mayoría
trata de sonreír de la mejor manera.
Yo no sé quién tomó esta foto,
y escrutando estos rostros, trato de averiguar
qué pensaban ellos, qué esperaban de sus existencias.
Mi abuela, a pesar de sus doce hijos
(o tal vez a causa de ello), sonríe
de derecha a izquierda, como un girasol gigante.
Mi abuelo parece escrutar al infinito, hermoso
como un buey gris; y mi tía Emilia, con sus trenzas,
parece intuir la tristeza de la vida.
Estoy seguro que para esa época yo no había nacido.
Pero aún si ya hubiera sido adulto,
¿podría ayudarlos con el conocimiento que ahora tengo
de sus vidas? ¿Podría haberlos prevenido de sus éxitos,
de sus fracasos—podría haber profetizado sus muertes?
De cuerpos esbeltos y sanos,
los hombres con sus figuras de esgrimistas—
siento nostalgia al mirar esta foto.
¡Cuánta energía irradia de sus poses!
¿En qué momento dejaron de boxear con la vida?
¿En qué asalto se dieron por vencidos;
en cuál campanada intuyeron lo inmutable?
No hay nada qué pueda hacer para sacarlos de esta foto,
ni para saber qué pensaban ellos en ese instante.
Éste es mi pasado, éstas mis raíces,
pero al revisarlo en esta tarde lluviosa
¿por qué no logro organizarlo en una escena coherente?
From My Night with / Mi noche con Federíco García Lorca by Jaime Manrique. Reprinted by permission of the University of Wisconsin Press. © 2003 by the Board of Regents of the University of Wisconsin System. All rights reserved.
translated from the Spanish by Mary Crow
And don’t you feel also, perhaps, a stormy sorrow on the skin of time,
like a scar that opens again
there where the sky was uprooted?
And don’t you feel sometimes how that night gathers its tatters into an ominous bird,
that there’s a beating of wings against the roof
like a clash among immense spring leaves struggling
or of hands clapping to summon you to death?
And don’t you feel afterwards someone exiled is crying,
that there’s an ember of a fallen angel on the threshold,
brought suddenly like a beggar by an alien gust of wind?
And don’t you feel, like me, that a house rolling toward the abyss
runs over you with a crash of crockery shattered
by lightning,
with two empty shells embracing each other for an endless journey,
with a screech of axles suddenly fractured like love’s broken promises?
And don’t you feel then your bed sinking like the nave of a cathedral crushed by the fall of heaven,
and that a thick, heavy water runs over your face till the final judgment?
Again it’s the slime.
Again your heart thrown into the depth of the pool,
prisoner once more among the waves closing a dream.
Lie down as I do in this miserable eternity of one day.
It’s useless to howl.
From these waters the beasts of oblivion don’t drink.
Llega en cada tormenta
¿Y no sientes acaso tú también un dolor tormentoso sobre la piel del tiempo,
como de cicatriz que vuelve a abrirse allí
donde fue descuajado de raíz el cielo?
¿Y no sientes a veces que aquella noche junta sus jirones en un ave agorera,
que hay un batir de alas contra el techo,
como un entrechocar de inmensas hojas de primavera en duelo
o de palmas que llaman a morir?
¿Y no sientes después que el expulsado llora,
que es un rescoldo de ángel caído en el umbral,
aventado de pronto igual que la mendiga por una ráfaga extranjera?
¿Y no sientes conmigo que pasa sobre ti
una casa que rueda hacia el abismo con un chocar de loza trizada por el rayo,
con dos trajes vacíos que se abrazan para un viaje sin fin,
con un chirriar de ejes que se quiebran de pronto como las rotas frases del amor?
¿Y no sientes entonces que tu lecho se hunde como la nave de una catedral arrastrada por la caída de los cielos,
y que un agua viscosa corre sobre tu cara hasta el juicio final?
Es otra vez el légamo.
De nuevo el corazón arrojado en el fondo del estanque,
prisionero de nuevo entra las ondas con que se cierra su sueño.
Tiéndete como yo en esta miserable eternidad de un día.
Es inútil aullar.
De estas aguas no beben las bestias del olvido.
Olga Orozco, “It Comes in Every Storm / Llega en cada tormenta” from Engravings Torn from Insomnia. Copyright © 2002 by The Estate of Olga Orozco. Translation copyright © 2002 by Mary Crow. Used by permission of The Permissions Company, Inc., on behalf of BOA Editions, Ltd., www.boaeditions.org.
What remains of my childhood
are the fragmentary visions
of large patios
extending
like an oceanic green mist over the afternoon.
Then, crickets would forge in the wind
their deep music of centuries
and the purple fragrances of Grandmother
always would receive without questions
our return home.
The hammock shivering in the breeze
like the trembling voice of light at dusk,
the unforeseeable future
that would never exist without Mother,
the Tall tales that filled
with their most engaging lunar weight our days
—all those unchangeable things—
were the morning constellations
that we would recognize daily without sadness.
In the tropical days we had no intuition of the winter
nor of autumn, that often returns with pain
in the shadows of this new territory
—like the cold moving through our shivering hands—
that I have learned to accept
in the same way you welcome
the uncertainty of a false and cordial smile.
Those were the days of the solstice
when the wind pushed the smoke from the clay ovens
through the zinc kitchens
and the ancient stone stoves
clearly spoke
of the secrets of our barefooted and wise Indian ancestors.
The beautiful, unformed rocks in our hands
that served as detailed toys
seemed to give us the illusion
of fantastic events
that invaded our joyful chants
with infinite color.
It was a life without seasonal pains,
a life without unredeemable time
a life without the somber dark shadows
that have intently translated my life
that slowly move today through my soul.
Todos volvemos al lugar donde nacimos
De mi infancia solo quedan
las visiones fragmentarias
de los patios tendidos
como un naval terciopelo sobre la tarde.
Entonces, los grillos cuajaban sobre el aire
su profunda música de siglos
y las fragancias empurpuradas de la abuela
meciéndose en la noche
siempre recibían sin preguntas nuestra vuelta al hogar.
La hamaca temblando con la brisa,
como la voz trémula del sol en el ocaso;
el futuro imprevisible
que jamás existiría sin la madre;
las leyendas
cargadas de su peso lunar más devorador;
—todas esas cosas inalterables—
eran las constelaciones diurnas que reconocíamos sin tristeza.
Entonces no se intuía el invierno,
ni el otoño que retoña con dolor
entre las sombras de este territorio
—como el frío entre las manos doblegadas—
que hoy he aprendido
a soportar
de la misma forma en que se acepta
la incertidumbre de una falsa sonrisa.
Eran los días en que el solsticio
acarreaba humaredas polvorientas
por las ventanas de las cocinas de zinc
donde el fogón de barro milenario
decía oscuramente
el secreto de nuestros ancestros sabios y descalzos.
Las rocas deformes en nuestras manos
parecían darnos
la ilusión de eventos fabulosos
que invadían nuestras gargantas de aromas desmedidos.
Era una vida sin dolores estacionales
Vida sin tiempos irredimibles:
Vida sin las puras formas sombrías
que se resbalan hoy lentamente por mi pecho.
From Central America in My Heart / Centroamérica en el corazón. Copyright © 2007, Bilingual Press / Editorial Bilingüe, Arizona State University.
I won’t ever tell you how it ended.
But it ended. I was told not to act
Like it was some big dramatic moment.
She swiveled on her heels like she twirled just
The other day on a bar stool, the joy
Gone out of it now. Then she walked away.
I called out to her once. She slightly turned.
But she didn’t stop. I called out again.
And that was when, well, that’s just when
You know: You will always be what you were
On that small street at that small time, right when
She left and Pluto sudsed your throat and said,
Puedo escribir los versos más tristes esta noche
Tú la quisiste, y a veces ella también te quiso.
Copyright © 2016 by Rowan Ricardo Phillips. Originally published in Poem-a-Day on August 22, 2016, by the Academy of American Poets.
translated by Cola Franzen
Today I picked up
seven stones
resembling birds and orphans
in the dead sand.
I looked at them
as if they were offerings
of uncommon times,
as if they were
seven endangered travelers.
Like a sorceress, I came near
and very gently
moistened them
against my cheek.
I wanted
to be seven stones
inside my skin,
to be, for an instant, very round and smooth
so somebody would pick me up
and make clefts in my sides
with the damp voice of the wind.
I wanted
you to pick me up,
to kiss me,
so I could be a river stone
in your estuary mouth.
I keep the seven stones
in my pocket.
They make a mound
in my hand
and in my stories
of absences,
a mossy sound.
Siete piedras
Hoy recogí
siete piedras
parecían pájaros y huérfanas
en la arena difunta.
Las miré,
como si fueran obsequios
de tiempos raros,
como si fueran
siete viajeras amenazadas.
Me acerqué maga,
y así muy dulce,
las humedecí
con mis mejillas.
Quise ser
siete piedras
en mi tez,
por un instante ser muy lisa y ronca
para que alguien me recoja
y haga de mí, hendiduras con la voz
de un viento humedecido.
Quise que
me recojas
me beses,
para ser piedra del río
en tu boca de estuarios.
Guardé en mi delantal
las siete piedras,
hacían una loma
en mi mano
eran en mis historias
de ausencias
un sonido enmohecido.
Marjorie Agosín, “Seven Stones / Siete piedras," translated by Cola Franzen, from Sargasso. Copyright © 1993 by Marjorie Agosin. Translation copyright © 1993 by Cola Franzen. Used by permission of The Permissions Company, Inc., on behalf of White Pine Press, www.whitepine.org.
(Skip to the original poem in Spanish)
translated by Edith Grossman
Against a topaz sky and huge windows starry with delirious heartsease and sensual red cayenne; the sweet twilight breeze fragrant with almond and Indian orange; on the Moorish tiles, wearing their spike-heeled shoes, lowcut dresses and wide swirling skirts; their long obsidian hairdos in the style of the time; perfumed, olive-skinned, smiling, my aunts danced the mambo and sang: "Doctor, tomorrow, you can't pull my tooth even if I die of the pain." those evenings of my childhood when my aunts were young and belonged to me, and I danced hiding in their skirts, our lives were a happy mambo— I remember.
Contra un cielo topacio y ventanales estrellados con delirantes trinitarias y rojas, sensuales cayenas; el fragante céfiro verpertino oloroso de almendros y azahar de la India; sobre las baldozsas de diseños moriscos, con zapatillas de tacón aguja, vestidos descotados y amplias polleras; sus largas, obsidianas cabelleras a la usanza de la época; perfumadas, trigueñas, risueñas, mis tías bailaban el mambo canturreando, "Doctor, mañana no me saca ud. la muela, aunque me muera del dolor." Aquellas tardes en mi infancia cuando mis tías eran muchanchas y me pertenecían, y yo bailaba cobijado entre sus polleras, nuestras vidas eran un mambo feliz que no se olvida.
From My Night With Federico García Lorca by Jaime Manrique, translated by Edith Grossman. Copyright © 1996, 1997. Reprinted by permission of the University of Wisconsin Press. All rights reserved.
I find it
in the cupboard
above the stove
it sits behind
the gluey
jug of syrup
it hides behind
the yogurt container
of congealed lard
the apple welded
to the saucer
resists my pull
the apple sticks with honey,
its slightly puckered skin
still intact
—a healthy shrunken head—
the sliced top tied
with a red satin ribbon
I untie,
lift to look
and see pennies
strong hands
jerk me off the chair
“¡Dejaste salir a los espíritus malos!”
pero, mami,
there are no such things
as bad spirits,
are there?
From gathering words / recogiendo palabras. Copyright © 2008, Bilingual Press / Editorial Bilingüe, Arizona State University.
translated by Ana Valverde Osan
To say goodbye means so little.
We said goodbye to childhood
and it came after us like a dog
tracking our steps.
To say goodbye: to shut that obstinate door that refuses to remain closed,
the persistent scar that oozes memory.
To say goodbye: to say no; who achieves it?
Whoever found the magic key?
Whoever found the point that slides us toward oblivion,
the land that will extirpate the roots
without remaining forever closed over them?
To say goodbye: to turn one’s back; but
who knows where the back is?
Who knows the way that does not die in the well-traveled shortcut.
To say goodbye: to yell because one is saying something
and to cry because nothing is being said;
because saying goodbye is never enough,
because to say goodbye completely
might be to find the spot where to turn one’s back,
the spot to sink oneself into the final no
while life slowly seeps out.
Despedida
Decir adiós quiere decir tan poco.
Adiós dijimos a la infancia
y vino detrás nuestro como un perro
rastreando nuestros pasos.
Decir adiós: cerrar esa obstinada puerta que se niega,
la persistente cicatriz que destila memoria.
Decir adiós: decir que no; ¿quién lo consigue?
¿quién encontró la mágica llave?
¿quién el punto que nos desliza hasta el olvido,
la mano que extirpará raíces
sin quedarse para siempre cerrada sobre ellas?
Decir adiós: volver la espalda; pero
¿quién sabe donde está la espalda?
¿quién conoce el camino que no muere en el pisado atajo?
Decir adiós: gritar porque se está diciendo
y llorar porque no se dice nada;
porque decir adiós nunca es bastante,
porque tal vez decir adiós completamente
sea encontrar el recodo donde volver la espalda,
donde hundirse en el no definitivo
mientras escapa lentamente la vida.
Francisca Aguirre, “Farewell / Despedida” from Ithaca. Copyright © 1972 by Francisca Aguirre. Translation copyright © 2004 by Ana Valverde Osan. Used by permission of The Permissions Company, Inc., on behalf of BOA Editions, Ltd., www.boaeditions.org.
Two hours between classes.
The short Metro ride home.
Coffee table, plates, glasses,
the TV flickering afternoon
news, sometimes a car bomb…
And in the kitchen the singular tune
of his voice, his jokes, recounting this
or that—plot of a novel, book
he’s put down, I bought for his
monthly fix (how he’d love
reading in the park what I took
half an hour to choose). Above
all, the sofa: digestion a nap,
my head nestled in his lap.
Hora del almuerzo
Dos horas entre clases.
El viaje breve en Metro a casa.
Mesa de salón, platos, vasos,
la tele luciendo noticias
de tarde, a veces un coche-bomba…
Y en la cocina el tono único
de su voz, sus chistes, contando esto
y aquello—argumento de novela, libro
que ha dejado, que le compré:
sus dosis mensual (cómo le encantaba
leer en el parque lo que tardé
madia hora en escoger). Sobre
todo, el sofá: la digestión una siesta,
mi cabeza recostada en su regazo
From Puerta del Sol. Copyright © 2005, Bilingual Press / Editorial Bilingüe, Arizona State University.
“I don’t know what to tell you.
Your daughter doesn’t understand
math. Numbers trouble her, leave
her stuck on ground zero.”
Y fueron los mayas
quienes imaginaron el cero,
un signo para nada, para todo,
en sus gran calculaciones.
Is zero the velvet swoop into dream,
the loop into plumes of our breath?
“I suggest you encourage languages.
Already she knows a little Spanish,
and you can teach her more of that.
She lives for story time.”
In the beginning there was nothing.
Then the green of quetzal wings.
Las historias siguen cambiando,
sus verdades vigorizadas
con cada narración
como X x X = X2
From Boomerang. Copyright © 2009, Bilingual Press / Editorial Bilingüe, Arizona State University.
translated from the Spanish by Mary Crow
My most beautiful hiding places,
places that best fit my soul’s deepest colors,
are made of all that others forgot.
They are solitary sites hollowed out in the grass’s caress,
in a shadow of wings, in a passing song;
regions whose limits swirl with the ghostly carriages
that transport the mist in the dawn,
and in whose skies names are sketched, ancient words of love,
vows burning like constellations of drunken fireflies.
Sometimes earthly villages pass, hoarse trains make camp,
a couple piles marvelous oranges at the edge of the sea,
a single relic is spread through all space.
My places would look like broken mirages,
clippings of photographs torn from an album to orient nostalgia,
but they have roots deeper than this sinking ground,
these fleeing doors, these vanishing walls.
They are enchanted islands where only I can be the magician.
And who else, if not I, is climbing the stairs towards those attics in the clouds
where the light, aflame, used to hum in the siesta’s honey,
who else will open again the big chest where the remains of an unhappy story lie,
sacrificed a thousand times only to fantasy, only to foam,
and try on the rags again
like those costumes of invincible heroes,
circle of fire that inflamed time’s scorpion?
Who cleans the windowpane with her breath and stirs the fire of the afternoon
in those rooms where the table was an altar of idolatry,
each chair, a landscape folded up after every trip,
and the bed, a stormy short cut to the other shore of dreams,
rooms deep as nets hung from the sky,
like endless embraces I slid down till I brushed the feathers of death,
until I overturned the laws of knowledge and the fall of man?
Who goes into the parks with the golden breath of each Christmas
and washes the foliage with a little gray rag that was the handkerchief for waving goodbye,
and reweaves the garlands with a thread of tears,
repeating a fantastic ritual among smashed wine glasses and guests lost in thought,
while she savors the twelve green grapes of redemption—
one for each month, one for each year, one for each century of empty indulgence—
a taste acid but not as sharp as the bread of forgetfulness?
Because who but I changes the water for all the memories?
Who inserts the present like a slash into the dreams of the past?
Who switches my ancient lamps for new ones?
My most beautiful hiding places are solitary sites where no one goes,
and where there are shadows that only come to life when I am the magician.
Mis refugios más bellos,
los lugares que se adaptan mejor a los colores últimos de mi alma,
están hechos de todo lo que los otros olvidaron.
Son sitios solitarios excavados en la caricia de la hierba,
en una sombra de alas; en una canción que pasa;
regiones cuyos límites giran con los carruajes fantasmales
que transportan la niebla en el amanecer
y en cuyos cielos se dibujan nombres, viejas frases de amor,
juramentos ardientes como constelaciones de luciérnagas ebrias.
Algunas veces pasan poblaciones terrosas, acampan roncos trenes,
una pareja junta naranjas prodigiosas en el borde del mar,
una sola reliquia se propaga por toda la extensión.
Parecerían espejismos rotos,
recortes de fotografías arrancados de un álbum para orientar a la nostalgia,
pero tienen raíces más profundas que este suelo que se hunde,
estas puertas que huyen, estas paredes que se borran.
Son islas encantadas en las que sólo yo puedo ser la hechicera.
¿Y quién si no, sube las escaleras hacia aquellos desvanes entre nubes
donde la luz zumbaba enardecida en la miel de la siesta,
vuelve a abrir el arcón donde yacen los restos de una historia inclemente,
mil veces inmolada nada más que a delirios, nada más que a espumas,
y se prueba de nuevo los pedazos
como aquellos disfraces de las protagonistas invencibles,
el círculo de fuego con el que encandilaba al escorpión del tiempo?
¿Quién limpia con su aliento los cristales y remueve la lumbre del atardecer
en aquellas habitaciones donde la mesa era un altar de idolatría,
cada silla, un paisaje replegado después de cada viaje,
y el lecho, un tormentoso atajo hacia la otra orilla de los sueños;
aposentos profundos como redes suspendidas del cielo,
como los abrazos sin fin donde me deslizaba hasta rozar las plumas de la muerte,
hasta invertir las leyes del conocimiento y la caída?
¿Quién se interna en los parques con el soplo dorado de cada Navidad
y lava los follajes con un trapito gris que fue el pañuelo de las despedidas,
y entrelaza de nuevo los guirnaldas con un hilo de lágrimas,
repitiendo un fantástico ritual entre copas trizadas y absortos comensales,
mientras paleada en las doce uvas verdes de la redención—
una por cada mes, una por cada año, una por cada siglo de vacía indulgencia—
un ácido sabor menos mordiente que el del pan del olvido?
¿Por qué quién sino yo les cambia el agua a todos los recuerdos?
¿Quién incrusta el presente como un tajo ante las proyecciones del pasado?
¿Alguien trueca mis lámparas antiguas por sus lámparas nuevas?
Mis refugios más bellos son sitios solitarios a los que nadie va
y en los que sólo hay sombras que se animan cuando soy la hechicera.
Olga Orozco, “Ballad of Forgotten Places / Balada de los lugares olvidados" from Engravings Torn from Insomnia. Copyright © 2002 by The Estate of Olga Orozco. Translation copyright © 2002 by Mary Crow. Used by permission of The Permissions Company, Inc., on behalf of BOA Editions, Ltd., www.boaeditions.org.
translated from the Spanish by Edith Grossman
It is a July night
scented with gardenias.
The moon and stars shine
hiding the essence of the night.
As darkness fell
—with its deepening onyx shadows
and the golden brilliance of the stars—
my mother put the garden, her house, the kitchen, in order.
Now, as she sleeps,
I walk in her garden
immersed in the solitude of the moment.
I have forgotten the names
of many trees and flowers
and there used to be more pines
where orange trees flower now.
Tonight I think of all the skies
I have pondered and once loved.
Tonight the shadows around
the house are kind.
The sky is a camera obscura
projecting blurred images.
In my mother’s house
the twinkling stars
pierce me with nostalgia,
and each thread in the net that surrounds this world
is a wound that will not heal.
El cielo encima de la casa de mi madre
Es una noche de julio
perfumada de gardenias.
La luna y las estrellas brillan
sin revelar la esencia de la noche.
A través del anochecer
—con sus gradaciones cada vez más intensas de ónix,
y el resplandor dorado de los astros, de las sombras—
mi madre ha ido ordenando su casa, el jardín, la cocina.
Ahora, mientras ella duerme,
yo camino en su jardín,
inmerso en la soledad de esta hora.
Se me escapan los nombres
de muchos árboles y flores,
y había más pinos antes
donde los naranjos florecen ahora.
Esta noche pienso en todos los cielos
que he contemplado y que alguna vez amé.
Esta noche las sombras
alrededor de la casa son benignas.
El cielo es una cámara oscura
que proyecta imágenes borrosas.
En la casa de mi madre
los destellos de los astros
me perforan con nostalgia,
y cada hilo de la red que circunvala este universo
es una herida que no sana.
From My Night with / Mi noche con Federíco García Lorca by Jaime Manrique. Reprinted by permission of the University of Wisconsin Press. © 2003 by the Board of Regents of the University of Wisconsin System. All rights reserved.
para mami
One day I will write you a letter
after I have gathered enough words
I have heard
pop! pop! pop!
like little soap bubbles escaping
the animated mouths
of the women who share
pieces of gossip like bombones
in la lavandería every Sunday
One day I will write you a letter
after I have gathered enough words
that blossom without thorns
in painted mouths, in someone else’s countries…
In my corner, I listen to how voices ring
without the sting of bofetadas
and how they undulate above
gushing water and swirling clothes
in machines that vibrate in la lavandería
One day, I will write you a letter
after I have gathered enough words
and enough courage
to let them ring in my mute dreams
until they sing to me: Write us. Así.
In your childhood tongue. Recóbranos. Recover us.
At that time, I will be able to return without fear
to la lavandería with my bags of clothes
and enough words and surrender myself to the bubbles.
recogiendo palabras
para mami
una carta te escribiré
después de que he recogido
bastantes palabras que he oído escapar
¡pum! ¡pum! ¡pum!
como burbujitas de jabón
que escapan de las bocas animadas
de las mujeres quienes reparten
bochinches como bombones
en la lavandería cada domingo
una carta de escribiré
después de que he recogido
bastantes palabras que florecen sin espinas
en bocas pintadas, en tierras ajenas…
en mi esquina oigo como las voces suenan
sin la quemada de bofetadas
y como ondean sobre chorros de agua
y ropa arremolinándose
en las máquinas que bailan en la lavandería
una carta te escribiré
después de que he recogido
bastantes palabras y bastante coraje
para dejarlas resonar en mis sueños mudos
hasta que me canten: escríbenos así
en la lengua de tu niñez recóbranos
y en ese momento podré regresar sin miedo
a la lavandería con mis bolsas de ropa
y palabras que bastarán y me entregaré a las burbujitas
From gathering words / recogiendo palabras. Copyright © 2008, Bilingual Press / Editorial Bilingüe, Arizona State University.
translated by Eugene Richie
for Grace Schulman
Lounging in a beach chair
I am moved by the meekness of the ocean,
the distances it has traveled
to unfold in frothing ringlets by my feet.
At high tide, rippling iridescent serpents
form under the aquamarine skin.
The sky is a luminous scarlet arch;
the spring sunset, a perfect cliché.
In the warm glow of the setting sun,
the images are serene, gentle, stripped of all haste—
the hush of this supple silence
makes me close my eyes,
and the old white swan
I saw yesterday in the twilight appears.
I see it crane its neck toward the sky
opening its beak ever so briefly
to puncture my heart
with its desolate song.
In the gathering darkness
I hear the desperate fanning of its ruffled feathers
as it sails toward the magenta shroud of its fate.
Elegía al cisne
para Grace Schulman
Recostado en una silla playera
me conmueve la humildad del océano,
las distancias que ha recorrido
para desdoblarse en rizos espumosos a mis pies.
En la pleamar, iridiscentes serpientes ondulantes
se forman bajo la epidermis aguamarina.
El cielo es una resplandeciente bóveda escarlata;
el atardecer primaveral, un clisé perfecto.
En el caluroso resplandor del sol poniente,
las imágenes son serenas, apacibles, despojadas de toda urgencia.
La paz de este dócil sosiego
me induce a cerrar los ojos,
y el viejo cisne blanco
que contemplé ayer en el crepúsculo aparece.
Lo veo lanzar su cuello hacia el cielo,
abriendo su pico brevemente
para agujerear mi corazón
con un canto desolado.
Y, en la oscuridad circundante,
escucho el desesperado abanicar de sus plumas despeinadas
cuando zarpa hacia la mortaja purpúrea de su suerte.
From My Night with / Mi noche con Federíco García Lorca by Jaime Manrique. Reprinted by permission of the University of Wisconsin Press. © 2003 by the Board of Regents of the University of Wisconsin System. All rights reserved.
translated from the Spanish by Cola Franzen
A woman sleeps on an island
and from her hair is born the dwelling place
of memories and wild birds.
Her body is a figurehead,
and they say that since
she fell asleep on the island
she seems to have been touched by the rains
of madness, that her hair blossoms each evening
next to the music of the sea. Others say
her eyelids trace maps of strange geographies,
savage tattoos kept only in the tenuous
circle of her dreams.
A woman sleeps on an island
and stops being herself,
free now of the land.
She sails and drinks
the vastness of the sea.
Seeds fill her floating hair;
she is an island
surrounded by stars.
Una mujer duerme en una isla
y del cabello nacen las moradas
de memorias y pájaros salvajes.
Su cuerpo es un mascarón de proa
y dicen que desde
que durmió en la isla
pareciera haber sido tocada por las lluvias
de la demencia, que su pelo florece en los atardeceres
junto a la música del mar. Otros dicen
que sus párpados dibujan mapas de extrañas geografías,
tatuajes salvajes que ella guarda sólo
en la redondez tenue del sueño.
Una mujer duerme en una isla
y deja de ser ella misma
libre ahora de la tierra.
Navega y bebe
la inmensidad del mar.
Las semillas llenan su pelo que flota
y ella es una isla
rodeada de estrellas.
Marjorie Agosín, “Un mujer duerme en una isla / A Woman Sleeps on an Island,” translated by Cola Franzen, from Sargasso. Copyright © 1993 by Marjorie Agosin. Translation copyright © 1993 by Cola Franzen. Used by permission of The Permissions Company, Inc., on behalf of White Pine Press, www.whitepine.org.
translated by Mary Crow
You weren’t there on my threshold,
nor did I go out looking for you to fill
the hollows forged by nostalgia,
hollows that foretell children or animals
created out of the substance of frustration.
Step by step you arrived through the air,
little tightrope walker on a plank floating
above a pit of wolves,
masked in the radiant tatters of February.
Condensing yourself out of dazzling transparency, you came
trying on other bodies as if they were ghosts inside out,
little anticipations of your electric wrapping—
sea urchin of mist,
globe of inflamed thistledown,
magnet absorbing its fatal food,
feathery gust that spins and stops circling an ember,
near a tremor—.
And already you had appeared in this world,
intact in your immaculate blackness from head to tail,
more marvelous even than the Cheshire cat,
with your portion of life like a red pearl
shining between your teeth.
Cantos a Berenice, II
No estabas en mi umbral
ni yo salí a buscarte para colmar los huecos que fragua la nostalgia
y que presagian niños o animales hechos con la sustancia de la frustración.
Viniste paso a paso por los aires,
pequeña equilibrista en el tablón flotante sobre un foso de lobos
enmascarado por los andrajos radiantes de febrero.
Venías condensándote desde la encandilada transparencia,
probándote otros cuerpos como fantasmas al revés,
como anticipaciones de tu eléctrica envoltura
—el erizo de niebla,
el globo de lustrosos vilanos encendidos,
la piedra imán que absorbe su fatal alimento,
la ráfaga emplumada que gira y se detiene alrededor de un ascua,
en torno de un temblor—.
Y ya habías aparecido en este mundo,
intacta en tu negrura inmaculada desde la cara hasta la cola,
más prodigiosa aún que el gato de Cheshire,
con tu porción de vida como una perla roja brillando entre los dientes.
Olga Orozco, "Songs to Berenice, II / Cantos a Berenice, II," from Engravings Torn from Insomnia. Copyright © 2002 by The Estate of Olga Orozco. Translation copyright © 2002 by Mary Crow. Used by permission of The Permissions Company, Inc., on behalf of BOA Editions, Ltd., www.boaeditions.org.
On this voyage into the deep communion of solitude
I’ve casually come to know
the old and withered costumes of the sea;
I’ve walked carefully through the colors of copper
when the dusk has already conjured the last prayer of the day;
Through seasonal doorways
I’ve called upon the twilight ghosts
arched in the corners of the narrow cobblestone streets;
I’ve let my lips evade the necessary verses
to find the ending phrase for the afternoon;
I’ve disarmed the elusive equity of the night
to conceive an intimate verse from its fortified mysteries;
I’ve cast aside the grieving songs of my twilight
as the sky envelops the enamored vestments of the night;
I’ve done
and undone
so many things
in search of you…
Centroamérica en el corazón
Por este viaje a las profundas unidades de la soledad
he conocido sin planearlo
a la vieja vestimenta del mar;
he caminado con cuidado por los colores del cobre
cuando el ocaso ya ha lanzado el último suspiro del día;
he llamado por estacionales puertas
a los fantasmas del poniente
en las esquinas de las calles angostas;
he permitido a mi boca eludir los versos necesarios
para encontrar la frase terminante del atardecer;
he desarmado la equidad profunda de la noche
para concebir un verso íntimo de su faz amurallada;
he desechado los duelos del ocaso
cuando el cielo se cierne sobre el manto enamorado del crepúsculo:
he hecho
y deshecho
tantas cosas
Buscándote…
From Central America in My Heart / Centroamérica en el corazón. Copyright © 2007, Bilingual Press / Editorial Bilingüe, Arizona State University.